Enedina no leía libros, pero sí analizaba rostros, y veía en ellos las más increíbles historias de amor, los mejores relatos de miedo y los sucesos más extraordinarios jamás contados. Por eso, y no por vanidad, se maquillaba tanto: para ofrecer las mejores páginas de su vida en el caso de que alguien más fuera capaz de leerlas.
3 comentarios:
Sí, es otra forma de ir por la vida...
Un abrazo.
Es preferible dar nuestra mejor versión, aunque no siempre nos sale.
Sí, al menos hay que intentarlo...
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